«EN LA DRAMATURGIA SE VE UNA URGENCIA DE CONTAR CHILE DESDE OTRO LUGAR»

El Mostrador, Roberto Careaga / 16 Octubre 2004

“Hoy en Chile no hay libertad de expresión. Hoy sólo existe si hay difusión. Todo lo demás es mentira», plantea Ramón Griffero.

En medio de la X Muestra de Dramaturgia, Griffero indica que los mínimos espacios de difusión que tiene hoy el teatro, amenazan con anular la mirada crecientemente cuestionadora en términos sociales que hoy está asumiendo la disciplina.

El escenario es contradictorio. Mientras el teatro paulatinamente se ha convertido en una de las principales disciplinas artísticas del país, los espacios para difundir los montajes son cada vez menores. Parece una queja pasada de moda, pero para el dramaturgo Ramón Griffero hoy tiene pleno sentido cuando, a su juicio, el género es el gran catalizador de un visión alternativa a la mirada comercial que impera en la política y en los medios de comunicación.

En medio de la puesta en escena de la X Muestra Nacional de Dramaturgia, el más emblemático de los dramaturgos de los ’80 y la primera mitad de los ’90 – hace tres años a cargo de la escuela de Actuación Teatral de la universidad Arcis-, actualiza su crítica al “sistema”, poniendo especial énfasis en las lógicas de mercado en un mundo globalizado y denuncia una dictadura mediática.

“Hoy en Chile no hay libertad de expresión. Hoy sólo existe algo si hay difusión. Todo lo demás es mentira. Que yo escriba una novela y la guarde en mi cajón, o que la gente escriba una obra de teatro…. y difusión no es un afiche. Difusión es presencia en los medios”, plantea Griffero, apuntando que ese “problema” termina por afectar las posibilidades de elevar la calidad del teatro chileno.

Pese a ello, el autor de Río Abajo y Cinema Utopía asegura que hoy una de las formas de expresión de la juventud es la dramaturgia. Como argumento da las 20 escuelas de teatro en funcionamiento hoy en el país y en especial las 187 obras que llegaron hasta la muestra, de la que fue jurado y en la que actualmente realiza un taller para nuevos jóvenes autores junto a Benjamín Galimeri, Coca Duarte y Cristián Figueroa.

– ¿Cuál es tu impresión a diez años del inicio de la Muestra de Dramaturgia, en la cual has estado seleccionado dos veces, y también has formado parte del jurado?

– Lo más sorprendente y fundamental, es que antes de la existencia de la muestra cuando uno participaba en un concurso llegaban 10 obras. Había un momento, un poco más atrás, y durante mucho tiempo, en que el único dramaturgo joven que estrenaba era yo. Estaba (Juan) Radigrán, (Marco Antonio) De la Parra… No se escribía teatro. La gente pensaba ‘para qué voy a escribir si nadie nunca me lo va a montar’. Había menos espacios y entonces era como un trabajo al vacío.

– Esta vez participaron casi 200 obras.

– Se demostró con la Muestra de Dramaturgia que al abrir los espacios, primero gatilló –y también por el crecimiento que estaba teniendo el teatro- la escritura dramática y llegamos con 187 textos. Estoy hablando de impulso creativo, la calidad es otra cosa, pero hay mayor posibilidad de una existencia de medios, medianos y bueno, que cuando sólo hay cinco. Primero tenemos un gran impulso de escribir, sobre todo en las generaciones jóvenes.

Otra mirada

– Se ha enfatizado que este año se seleccionó a autores jóvenes o emergentes, y de hecho entre ellos está Eduardo Pavéz (con Ocaso de Cenizas), un estudiante de teatro de tercer año que tiene 21 años.

– Entre 20 y 25 años es el promedio de toda esta escritura. Un 70 u 80 por ciento. Esto demuestra que la escritura teatral está siendo una forma de expresión de la juventud chilena. Y eso se reafirma por la existencia de 20 escuelas de teatro. Pero más que el teatro, el arte está recogiendo el lugar de las otras miradas. No el teatro mercado. Se está produciendo una resistencia artística frente a la uniforme mirada de los medios, de la política: las pasiones, las ideas, las utopías está apareciendo en todas las artes y principalmente en Chile en las artes escénicas.

Y agrega Griffero: “cuando piensas que hay 100 obras que se estrenarán en el Teatro a Mil, implican 100 directores y 500 actores, si tomas un promedio de 5 actores por obra. Hay un fenómeno que está sucediendo como de anticuerpo a través del arte, que lamentablemente hoy día no está teniendo el nivel de difusión, el nivel necesario para dar cuenta del impacto del fenómeno”.

– Dices que el teatro y las artes escénicas están dando cuenta de otra mirada ¿dónde se está enfocando, a qué temas que no tienen presencia “oficial”?

– No es solamente una cuestión temática. Es cómo se cuenta algo. Las temáticas pueden ser aparentemente las mismas, pero lo que varía es de dónde se mira. En la tele hablan del amor a cada rato, pero el punto es desde qué lugar se mira, cómo se cuenta, cómo se habla, la poética que están trayendo esos textos y las propuestas visuales que tienen.

¿Cómo es esa otra mirada?

– Hay una mirada a través del texto y de la visualidad, precisamente a modo de contrapunto con la visualidad inexistente y súper plana que hay en los otros espacios sociales. Es cuestión de mirar la publicidad política; es obvio, ni siquiera hay que hacer un análisis, es cuestión de pasearse por la Alameda y darse cuenta que desaparecieron los mensajes y esa visualidad que diferencia a alguien de una idea y de otra idea. En la dramaturgia actual si se diferencian. Sin valorar todavía calidades, uno puede registrar en la dramaturgia una urgencia por contar Chile desde otro lugar. Puede tratar de crímenes, amor, de esto y lo otro, pero es más bien cómo se habla. Se ve pensamiento, se ve saber y se ve crítica. Preguntas, cuestionamientos. Y eso no solamente es una nueva mirada, sino también una nueva forma de estar pensando el entorno.

La escasa difusión

– Sin embargo, a tu juicio el teatro no ha tenido la difusión que se merece por el fenómeno que es. ¿Por qué crees que sucede eso?

– Lo lamentable que está ocurriendo es que los medios de comunicación están tomando la cultura de mercado como la cultura. De repente hay personas que están viendo obras comerciales y cree que está viendo arte. El fenómeno es peligroso, porque el circo y el teatro siempre han existido, pero el problema es cuando el circo es todo.

– ¿Todo, hasta qué punto?

– Todo este fenómeno que existe de escritura de teatro si no tiene difusión no tiene contacto social. Es decir, el Fondart puede haber financiado en los últimos 10 años diez mil proyectos de teatro, o aunque sean quinientos, pero la población no tiene conocimiento. Lo mismo que le pasa a las artes visuales: al artista le pagan, termina la instalación y la ve él y la muestra los diez días que logró estar en la galería.

«Antes hasta los suplementos de los diarios podía hablarse de teatro, pero el suplemento de La Tercera se transformó en Glamorama, el Wiken ya no habla… Si tienes una obra a qué espacio televisivo vas a comunicarla. Se transforma en dictadura, en una negación de espacios. Si yo tengo una obra dónde voy: al Kike Morandé, no; al Mucho Lucho, al otro… Entonces te das cuenta que no hay ningún espacio donde puedas difundir el arte que se está haciendo en el país. Y el drama de eso es que el arte de un país es la cultura del mañana. Si no tuviéramos nada no importaría, pero el drama es que tenemos calidad», plantea Griffero.

– Ahora, ¿este inmenso impulso por escribir está acompañado de calidad?

– Creo que hay una calidad que hay que ir desarrollado. Y para volver a lo mismo, no se puede desarrollar si no hay medios. El Teatro Municipal es el único escenario en Chile que cumple con una estructura técnica para poder montar una obra de manera impresionante: está cerrado el acceso para a los directores de teatro chileno. Por lo tanto un coreógrafo que tiene que estar mostrando su coreografía en el Galpón 7 no va a poder subir en calidad porque no tiene estructura técnica.

– Ya que nombraste al Fondart y teniendo en cuenta que trabajaste en la creación de lo que hoy es el Consejo de Cultura, ¿crees que una de las deudas del gobierno está en no apoyar la difusión de las obras que se financian?

– Lo que pasa es que yo creo es que el Consejo de la Cultura es una gran ficción. Como cualquier ley, como el plan Auge, una reforma educacional, se plantea con un presupuesto. La Conadi no existe si no hay plata para que se compren tierras. Nunca se le quiso asignar la plata que necesitaba la cultura para esa ley, la que es fantástica pero no sirve para nada. Ahora tiene 19 mil millones de pesos, pero eso no es nada. El Teatro Municipal recibe más plata que todas las artes chilenas a través del consejo. El Instituto Médico Legal recibe más plata que el consejo. Entonces toda la ficción de que la cultura es el eje del desarrollo, que fue el discurso de Lagos, es puro discurso políticamente correcto.

“En la práctica, los consejeros que están ahí no tiene dinero para desarrollar ninguna política, porque claro, hay fondos para distribuir pero es necesario aplicar políticas. Siempre he dicho que prefiero que en vez de que me den el Fondart –porque la obra la voy a escribir igual- dénme plata para tener publicidad en la televisión. Y voy tener llena la obra porque la gente va a saber que existe”, asegura.

Descargas Libres

En este sitio podrás descargar obras, ensayos y libros completamente gratis.