1998 – PATRIMONIO Y MEMORIA CULTURAL

Seminario:»Chile y su memoria cultural»

Reflexiones-Lamentos-Ideales
Pensar sobre nuestra memoria cultural, y las políticas de resguardo de nuestro patrimonio, es un ejercicio doloroso, es una suma de recuerdos, de nostalgia, es pensar en lo arrasado, en lo desfigurado, en lo que se está destruyendo en los esfuerzos y creatividades perdidas…Un patrimonio que subsiste como restos de un naufragio, disperso, fragmentado, abandonado a la merced de las mareas y de los solitarios coleccionistas. Es demasiado lo que ya se ha extinguido, hay demasiado paisaje irreconstituible. Hay desaparición y muerte. Entonces es normal no querer pensar en ello. Y asumir el futuro como historia.

Nuestra versión de lo políticamente correcto. Nuestros monumentos nacionales son como animales embalsamados, aislados de su contexto, eliminados de su ecosistema, es la casa colonial frente a la bencinera. Hoy cuando las grúas demuelen las casonas de Santiago, la arquitectura del 20 o como se demolió la arquitectura del 40 en providencia y ahora desaparecen las casas Art- Deco de Ñuñoa, y surgen edificios sobre los restos de las casas salitreras en Iquique, o como los cines y teatros se transforman en bancos y tiendas o estacionamientos, hace que el recorrer nuestras calles se transforme en rabia, impotencia, depresión.

Pareciera que tenemos una falta de auto estima, el no reconocer el esfuerzo y la creatividad de lo precedente…La suma de esfuerzos para que una cultura o un creador exista le ha implicado a un país, escuelas, colegios, universidades, formación de maestros, libros, etc. etc. y pareciera que lo damos por hecho, que fuera maleza y no el logro de un largo proceso de formación cultural.

Es urgente un cambio de espíritu, que el estado asuma el rol de protector de las tradiciones de la tribu, ya que si el patriarca decide anular los totems, sus magos los ritos sus bailes y ceremonias. La tribu se anula, decae, bloquea su desarrollo. Octavio Paz ha muy bien señalado como una de las causas de nuestro subdesarrollo, la negación de nuestra memoria cultural. La preservación del patrimonio pasa inedeluctiblemente por el pensamiento y los intereses de quienes disponen los medios políticos legales y recursos para destinarlo. Aquellos que somos nosotros pero que pareciera que fueran otros, el estado. Ha existido y subsiste la subjetividad valórica de lo que algunos consideran o no, patrimonio cultural, durante 17 años era evidente que se podía invertir en rescatar el mástil de la Esmeralda o pintar el Huascar…Claramente no era rescatable un mural de la brigada Ramona Parra…por decir lo menos.

Es parte de nuestro patrimonio también la existencia de museos, aeronáuticos, militares y navales ( Tres en Valparaíso). Pero nuestra memoria no es solo batallas, armas y uniformes. Donde están resguardados los más de 150 años de creación cultural de nuestro teatro (para limitarme a un área). Reconociendo que la obra teatral, su montaje, su estética, es un claro registro del pensamiento, de una época, es la historia de un imaginario del cual encontramos tan sólo una casa quemada.

Donde están las maquetas de nuestros escenográfos, los vestuarios de nuestros diseñadores, los programas, los afiches, las fotografías, la música y canciones compuestas por nuestros músicos, las indicaciones de nuestros directores, las grabaciones sonoras o visuales de nuestras puestas y los nombres e interpretaciones de nuestros actores… Entre tanta urgencia un centro de documentación e investigación de nuestras artes escénicas es vital para retener y difundir la riqueza de estas creaciones, programando premontajes de los textos de nuestros dramaturgos.

En el norte tenemos mas de cuarenta oficinas salitreras abandonadas, verdaderas Pompeyas industriales, ahí están en sus basurales, botellas de comienzo de siglo, platos, cajas de cigarrillos, zapatos y corsés. Un patrimonio que la soledad, lo inaccesible, ha por poco tiempo resguardado, centros de un periodo de nuestra cultura. Sin embargo hay otras convertidas en basureros, desvalijadas. Que desconocimiento de una arquitectura, de una organización urbana, de nuestras únicas ruinas. No seguiré enumerando, aunque por la mente sigan atravesándose mas lamentaciones, pero sólo veo como sinónimo destrucción al pensar sobre lo que hemos realizado para mantener nuestra memoria cultural…

Hay que reconocer la labor de la dirección de bibliotecas que con sus escasos recursos logra mantener la tradición literaria e impresa de la nación, pero que aislada en su labor, sus escritos se transformaran en la imagen de un país de ficción. Creo que este seminario y en este momento histórico, donde restauramos nuestra democracia, son instantes claves para definir acciones. Ahora que al menos ya se ha reconocido la deuda que la democracia mantiene con la cultura.

… El estado en tanto administrador y como representante de un territorio como la continuidad de una nación. Si bien disminuye su presencia en las áreas productivas debe aumentarlas en las áreas de conservación de su identidad -de ahí la necesidad de una claridad política frente a la urgencia de preservar nuestra memoria, una claridad donde esté impresa la diversidad de nuestro entorno y el desprejuicio. Una política que tenga la fuerza moral, la fuerza del interés de una identidad por sobre los intereses que atentan con la preservación de un patrimonio. En este periodo donde las fuerzas del mercado y el neoliberalismo guían algunas acciones, que se establezca el limite de su acción frente al patrimonio cultural. La libertad de mercado se escuda en el derecho del individuo, transforma el valor de patrimonio cultural, de bien nacional… su soporte publicitario instaura costumbres y valores… implantan supermercados gigantes, bombas bencineras en centros históricos de nuestras ciudades, eliminan la feria, el mercado, el encuentro en las plazas …cambian los ritos sociales de nuestra identidad. No hay nada que regule y proteja nuestras costumbres frente a los depradadores. El lugar común: » Es el precio del progreso.»

Italia es uno de los siete países más industriales del mundo y las necesidades del progreso coexisten con la tradición cultural, pero están impedidos de arrasar con ellas, así que impidamos que se utilice la máscara del progreso para justificar la destrucción de una memoria. Es imposible retroceder… Habrá voluntad política para declarar barrios de Valparaíso como monumentos nacionales, o quedaremos con ascensores que nos llevaran a blocks de eternit y malls con vista al mar… y ahí aislada entre aquello una casa restaurada, transformada en sucursal bancaria, ultima imagen de lo que fue.

Por eso veo difícil en algunas áreas que pueda ser la empresa privada a cual debamos recurrir como para proteger e incluso desarrollar nuestro arte y cultura.

Ingenuo en algunos casos y paradójico… Como el mirar transgresor del arte de un imaginario puede ser sustentado `por una empresa que cultiva otros paradigmas simbólicos. Pero quedan los ideales: Generar un espíritu, un ley motil o una política arraigada que implica considerar que no hay mas que el estado albacea de todos nosotros quien puede resguardar y mantener nuestro patrimonio. Y Donde el principio de resguardo difusión y defensa de nuestro patrimonio cultural sea sinónimo de defensa de nuestra soberanía. Solo así podrá sobreponerse a intereses de índole privada. Por ende, ningún cuestionamiento en el ejercicio de una soberanía pueda establecerse. Donde los medios, medidas que desean implementarse se fundan en el ejercicio soberano del resguardo de un patrimonio definido por la Real Academia de La lengua, como un bien común, como aquello perteneciente a uno por razón de su patria. Hay que generar un espíritu, una afectividad hacia lo que heredamos, donde la defensa de la memoria es equivalente a la defensa del territorio… Educar que defender el patrimonio cultural es defender nuestra soberanía mental.

Hemos superado el periodo donde las ideologías políticas señalaban fragmentariamente cual era nuestra cultura: los Quincheros o los Quilapayun como ejemplo extremo, hace mas real que el estado democrático no ejerza una selección de su visión oficial de lo que es cultural o no. Un espíritu que sea sensible a las diferencias existentes entre cultura y arte. Un estado que no predetermina la imagen de su país si no recoge tan solo su expresión asimilando que este puzzle de manifestaciones y herencias constituye la identidad.

La prioridad para la materialización de este espíritu es una legislación que otorgue a las instituciones pertinentes un mandato y una autonomía económica en sus funciones de resguardo y difusión. Generar instancias y estrategias de difusión de nuestro arte y cultura como inseparable de su resguardo, una difusión pluralista y diversa.

Los creadores culturales, la memoria cultural del país son los anticuerpos frente a la internacionalización y globalización de los mercados. El estado debe sustentar estos anticuerpos, él es el guardián de la soberanía del espíritu. Nada nuevo ya inscrito en el pensamiento teórico de la democracia occidental. Al menos que Rousseau pida perdón por haber sólo escrito las bases de una comedia que nosotros hemos tomado en serio.

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